Las empresas se enfrentan a una transformación sin precedentes como consecuencia de esta nueva revolución digital. Como ha sucedido en todas las revoluciones industriales anteriores, las empresas que se adapten sobrevivirán e incluso se beneficiarán del cambio. Aquellas que no lo hagan, simplemente desaparecerán.
No hay duda de que el cliente va a estar en el centro y que vamos a procesar una ingente cantidad de información para poder darle el mejor servicio posible. El 90% de los datos que disponemos en las empresas y que están digitalizados se han generado en los dos últimos años. El gran reto estriba en la transformación de esta ingente cantidad de datos en información con sentido que aumente el conocimiento de las empresas no solo sobre sus clientes, sino sobre los productos y servicios.